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SIMCE: aprendizajes y desafíos. Columna de Jorge Manzi en La Segunda

SIMCE: aprendizajes y desafíos. Columna de Jorge Manzi en La Segunda

Jorge Manzi, director académico del Centro de Medición de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Esperábamos los resultados del SIMCE, recién dados a conocer, con gran expectativa, pues nos permitirían establecer el estado de los aprendizajes de nuestros estudiantes luego de la extendida interrupción de los procesos escolares que provocó la pandemia. Los resultados del año pasado nos habían mostrado caídas relevantes en los aprendizajes, que nos hacían retroceder a niveles observados cerca de una década atrás. La duda era si nuestro sistema escolar contaba con capacidades para recuperar tales aprendizajes y cuánto tiempo nos tomaría llegar a niveles previos a la pandemia. Muchos temían que lo observado hace un año fuera seguido de resultados aún más descendidos. Otros también temían que la capacidad de recuperación, si la había, se distribuyera de manera muy desigual entre las escuelas que atendieran a estudiantes de distinto origen socioeconómico. La buena noticia que hemos recibido es que nuestro sistema escolar cuenta con capacidad para recuperar los aprendizajes y, más aún, que esas capacidades se observan en distintos contextos y para distintos grupos. El mejoramiento en los puntajes del SIMCE que se comunicó nos vuelve a poner en los niveles de logro observados en la última medición prepandemia, lo que representa un avance muy relevante con respecto a lo comunicado hace un año. Sin perjuicio de valorar esta buena noticia, es importante observar con cuidado que el ritmo de recuperación no es idéntico para hombres y mujeres, lo que nos vuelve a plantear el desafío de abordar la brecha de género en las oportunidades de aprendizaje.

No contamos aun con suficientes datos para precisar lo que está detrás de la resiliencia y capacidad de recuperación de nuestro sistema escolar. Seguramente es una combinación de diversas políticas públicas, algunas de más larga data (como las que han buscado desarrollar capacidades docentes), y otras más recientes, como las medidas tomadas para abordar los desafíos para la enseñanza y el aprendizaje en tiempos de pandemia y postpandemia, focalizando el currículo en aprendizajes esenciales. Al mismo tiempo, la pandemia y sus serias secuelas en el plano de la salud mental, ha valorizado el rol de las habilidades socioemocionales como dimensiones esenciales del desarrollo de los estudiantes. Los resultados hoy informados nos indican que varias de esas habilidades están estrechamente relacionadas con el mejoramiento de los aprendizajes cognitivos.

Más allá del rol específico de ciertos factores educativos en el mejoramiento de los aprendizajes, un consenso amplio que ha surgido en distintos contextos educacionales es que el aprendizaje debe ser presencial, basado en interacciones pedagógicas de calidad entre estudiantes y docentes. Por ello, debemos poner todo nuestro empeño en abordar y corregir oportunamente todas las situaciones donde los estudiantes se ven impedidos de asistir regularmente a las escuelas. El derecho a la educación presencial y efectiva debe profundizarse, abordando las manifestaciones más preocupantes en este ámbito, como la deserción y la inasistencia crónica.

No se puede concluir este comentario sin valorar que, por primera vez en su historia, el SIMCE entrega sus resultados a comienzos del año escolar. Esta era una demanda ampliamente expresada por las comunidades escolares por muchos años. Este logro de la Agencia de Calidad merece ser reconocido, pues todos los que nos dedicamos a las mediciones sabemos lo difícil que es acortar plazos de entrega. Lo importante ahora es que las comunidades educativas puedan hacer un uso oportuno y con valor pedagógico de la información que se está entregando a partir de hoy.