¿Cómo se vinculan las y los jóvenes con la sociedad? ¿De qué formas participan? ¿Son las elecciones formales la única forma de participación ciudadana? ¿Se puede predecir su participación e interés? Estas son algunas de las preguntas que el investigador de MIDE UC, Daniel Miranda, busca responder en un artículo publicado en la Revista Internacional de Psicología Social.
La evidencia recopilada durante varias décadas ha demostrado consistentemente que los recursos desiguales -como libros en el hogar, educación de los padres, prestigio de la ocupación o ingresos- se traducen en una participación desigual, incluso en los jóvenes. Aún no se conoce a cabalidad la forma en que los diferentes recursos socioeconómicos se relacionan con los distintos tipos de participación y sus mecanismos de socialización. La publicación «Socio-economic inequalities of families and their differential impact on types of political participation in the new generation of 24 countries» (Desigualdades socioeconómicas familiares y su impacto diferencial sobre tipos de participación política de nuevas generaciones en 24 países), de Daniel Miranda, busca evaluar ambos aspectos. Para esta investigación se utilizaron los datos del Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana (ICCS) 2016, coordinado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educacional (IEA). El estudio ICCS fue implementado en 24 países, con una muestra total de más de 90.000 estudiantes de octavo básico.
“El objetivo principal de este artículo es evaluar la relación entre las características socioeconómicas de la familia de origen con diferentes tipos de participación ciudadana juvenil, para analizar si, o cómo, los recursos existentes en la familia diferencian tipos de participación. Para ello se consideran distintos recursos socioeconómicos como fuentes de socialización. Además, tres tipos de participación definidos bajo el paraguas de participación ciudadana: referida a la comunidad cercana o asociaciones civiles (participación comunitaria), referida a instituciones formales del sistema político (participación formal), y dirigida a influir en el sistema político usando canales alternativos de participación (activismo)”, señala el artículo de Miranda.
“La publicación busca teorizar y distinguir que cuando los ciudadanos se involucran en el espacio público, en la sociedad, se involucran de distintas maneras. Si lo vemos desde una perspectiva histórica, la participación política también se ha diversificado. Además de votar, en los 60 se masifica la participación en movimientos sociales. Por medio de las movilizaciones buscaron cambiar leyes o incidir en la política. Luego, hay otras formas de participación que tienen que ver con la organización que busca resolver problemas locales. Lo vimos en la pandemia, por ejemplo, con las ollas comunes”, explica el investigador.
Los resultados de la investigación muestran que los recursos socioeconómicos tienen una influencia importante en los diferentes tipos de participación, aunque con algunas distinciones importantes entre el tipo de recursos y los tipos de participación. “El logro educativo de los padres y sus consecuencias implican que las tendencias de los padres hacia la democracia se transfieren a sus hijos, que serían más propensos a participar formalmente. En cambio, las familias más orientadas a la cultura académica — con más libros en el hogar — tienden a generar una mayor disposición a participar transversalmente, es decir, votando, marchando en una manifestación y ayudando a resolver los problemas de la comunidad”, detalla Miranda. Por lo tanto, se puede concluir que crecer rodeado de recursos culturales potencia el desarrollo de comportamientos cívicos más transversales, ya que incrementa no solo las formas formales de participación, sino también el activismo y la participación comunitaria.
Por otro lado, los resultados indican que los recursos socioeconómicos influyen en el nivel de politización dentro de un hogar y los niveles de conocimiento cívico alcanzados por los jóvenes, y que los diferentes tipos de participación se ven influenciados a través de estos dos factores. Los jóvenes con padres con mayor nivel educativo, mayor prestigio ocupacional y más libros en el hogar tienden a crecer en un entorno familiar más politizado. En este contexto, las familias más politizadas exponen a sus hijos a conversaciones más orientadas a temas políticos y sociales. Esta exposición aumenta sus posibilidades de participar o intentar participar cívicamente. Este mecanismo indirecto afecta principalmente al activismo o participación comunitaria”. Así mismo, el artículo también muestra que “los recursos de los padres influyen en la participación ciudadana al aumentar ciertas habilidades, como el grado de conocimiento cívico”. En este sentido, “los recursos del hogar se traducen en habilidades que se pueden medir como rendimiento académico, lo que luego se traduce en mayores niveles de participación”, siendo este efecto indirecto particularmente relevante para la participación formal.
Cuando se incorpora la variable de género, la investigación señala que son las mujeres quienes tienen mayor intención de participar. Si bien los datos no están desagregados por país, consistente con los resultados del artículo las últimas elecciones presidenciales de Chile entregan números contundentes: el Servel informó que en primera vuelta participó el 53% de las mujeres y el 39% de los hombres menores de 30 años. En segunda vuelta, las cifras alcanzan un 67% y un 47%, respectivamente. En todos los rangos etarios se registró mayor participación femenina. Esto muestra la importancia de comprender procesos de socialización según el género.